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Para imitar: El milagro chileno contra la desnutrición infantil

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15/11/2002: Pablo Gómez, de 4 años, afectado de una desnutricion grado 3, en el Hospital del Niño de San Miguel de Tucumán: 7 kg. cuando debía pesar 16kg. AFP PHOTO/Fabian GREDILLAS

El martes 28/03, en Ciudad de Buenos Aires, el médico e investigador chileno, Dr. Fernando Rafael Monckeberg Barros, fundador de la Corporación para la Nutrición Infantil (CONIN), dio una conferencia en la Academia Nacional de Educación. En la alocución, Mönckeberg -quien a sus 90 años sigue presidiendo CONIN en Chile- describió cómo el proyecto que él creó para terminar con la desnutrición infantil cumplió su objetivo de acabar con la pobreza endémica en Chile, un país que en la década del '50 tenía una mortalidad del 50% en menores de 15 años y un promedio medio de vida que no superaba los 40 años. Un sueño que se cumplió a partir de un modelo que podría ser imitado en, por ejemplo, la Argentina.

Sin embargo, hay que aclararlo, Argentina no ha tenido nunca en su historia una situación tan acuciante como la del Chile de los '50, recordó Abel Albino, médico pediatra argentino que se dedica al tratamiento de la desnutrición infantil en Argentina, y acompañó a Mönckeberg, su ex profesor, "el padre del milagro chileno".

Mönckeberg, vicepresidente de CONIN Argentina, conocidó a Albino cuando ya intentaba acabar con la desnutrición: "Yo llegué hace 45 años a estudiar a Chile, que tenía un problema muy serio. La mortalidad infantil era del 130 por 1.000, el promedio medio de vida en 1950, 1960, era 38 años, las exportaciones eran US$ 500 millones", recuerda Albino. 

"Era una promesa importante. Todo eso se cumplió", asegura Albino."Hoy, la mortalidad infantil de Chile, que era la más alta de América Latina, es la más baja de América Latina, del 130 bajaron a 7. Nosotros en ese tiempo (pasamos) de 60 a 15. El promedio medio de vida hoy es de 79 años para los varones, 82 años para las mujeres. El ingreso per cápita que era de US$ 400, hoy es de US$ 35.000. Y las exportaciones que eran US$ 500 millones, hoy son US$ 85.000 millones", asegura Albino.

Los economistas suelen adjudicar esto a políticas de apertura económica acertadas, sin embargo, ¿hubiera sido posible esto en un país con tan alto grado de desnutrición? Probablemente no. Recordemos, por otro lado, que como dicen los médicos, la desnutrición no es hambre. Lo segundo se soluciona comiendo un sándwich, lo primero es algo más complejo y multifactorial. Tiene que ver con las posibilidades (o no) de desarrollo físico e intelecutal que posee un niño entre los 0 y 5 años, la edad clave en la que se enfocan desde CONIN.

La desnutrición entre los 0 y 5 años impide lograr el potencial genético

"Soy médico desde el año 1950, mitad del siglo pasado", comenzó Monckeberg Barros en la charla. "Me ha tocado analizar la situación social y económica del país"que era"extraordinariamente pobre. Yo creo que por esos años era uno de los más pobres de la región, y se veía como que no tuviese ningún futuro", asegura el médico chileno. Un porcentaje demasiado alto de la población tenía condiciones de vida muy precarias. "Como médicos, empezamos a ver las consecuencias de lo que significaba el subdesarrollo y esa pobreza."

Mönckeberg fue invitado a trabajar durante 2 años en una población marginal, lo que aquí llamaríamos villa miseria. Desde el punto de vista pediátrico, encontraron que "el problema estaba en el daño del recurso humano."

En Chile, en 1950, a los 15 años de edad ya se habían producido más del 50% de las muertes. Por otro lado, quienes sobrevivían a estas condiciones paupérrimas, quedaban en un alto porcentaje lesionados, tanto desde el punto de vista físico como intelectual. "Ya por 1970 teníamos un diagnóstico: el problema se radicaba básicamente en el daño al recurso humano. En que un porcentaje demasiado alto de la población no tenía la posibilidad de expresar su potencial genético. Chile era un país sin destino si no solucionábamos este problema básico", sentencia Mönckeberg.

"Encontramos, además, que la raíz de esto estaba en los primeros 5 años de vida", prosigue. Entre los 0 y los 5 años, están todas las posibilidades para que el niño se desarrolle de tal manera que pueda expresar todo su potencial genético, o que no lo logre y no sea capaz de incorporarse como un elemento útil en la sociedad, asegura el médico. Por eso, la primera prioridad debía ser prevenir el daño sociogénico-biológico que produce la pobreza en esos primeros 5 años de vida.¿Qué pasaría si empezamos a proteger de 0 a 5 años?, se preguntaron entonces Mönckeberg y su equipo."Pensamos una estrategia multicausal porque el problema tenía varios factores sociales y económicos."

Según Albino expresó en entrevista de Urgente24: "Nosotros pensamos que el pobre es una persona igual que nosotros pero sin plata y no es así. El pobre es pobre en familia, en alimentos, en historia, en educación, en sueños, en entusiasmo, en ideales, en introspección, en retrospección, en experiencia adquirida, y encima no tiene plata. Europa sale de sus 2 guerras absurdas porque el intelecto estaba intacto. América Latina no sale de su atraso crónico porque nuestro intelecto está dañado. Allá, pobreza externa, daño material; aquí pobreza interna, daño sociogénico-biológico-intelectual."

Un cambio cultural que ejecutó Mönckeberg

A partir de los hallazgos, en 1974 nació en Chile un organismo multifactorial llamado COMPAN (Consejo Nacional para la Alimentación y Nutrición), que englobaba varios ministerios, el de salud, de educación, de economía, el de planificación, los organismos de investigación del potencial desarrollo económico y social. Mönckeberg era el secretario ejecutivo de la nueva institución.

"Entonces comenzó la tarea: proteger al niño de 0 a 5 años", rememora. Se requerían grandes cantidades de recursos que no era fácil conseguir porque Chile era muy pobre. La estrategia partía de acercarse a cada padre de los niños que estaban naciendo en ese momento, y estaban en situación de alto riesgo. "Nacían alrededor de unos 350.000 niños al año y había que preocuparse antes de que se dañaran, para protegerlos y crearles un medio ambiente más agradable y más simpático alrededor, para que expresaran su potencial genético", explica Mönckeberg.

La inversión era tan grande que requería que se hiciera una parte a través de la parte privada y una parte a través del Estado. La parte más importante y la más cara fue en manos del Estado: prevenir el daño. Se crearon 2.600 centros de salud en áreas urbanas del país y 1.700 centros de salud en áreas rurales. Para conseguir que las madres acercaran a los niños al centro de salud y permanecieran en contacto con los médicos de manera permanente, se creó un incentivo que era darle 3 kilos de leche en polvo a cada madre que se acercara con el niño.

Mönckeberg explica que lo de la leche no era lo importante, era apenas un incentivo. De hecho, durante los primeros 2 o 3 años, la madre recibía la leche y a la salida, la vendía, porque necesitaba el dinero. Luego, las madres adquirieron una cultura de salud y ya no la vendían, sino que la aprovechaban, al presenciar lo que significa el desarrollo de un niño sano. Para lograr este cambio de mentalidad, debe darse un proceso largo que lleva tiempo y es trasgeneracional, aclara el médico chileno. Por otro lado, el problema debía enfocarse desde el momento mismo del embarazo ya que en aquella época, el 25% de los niños nacían con menos de 2 kilos y medio.

"Ya in-utero sufrían los impactos de la desnutrición", explica el doctor. En los centros de salud, la labor era completa: prevención de salud, vacunaciones, enseñar a la madre lo que significa el afecto por el niño, la adhesión con el niño y la posibilidad de educación en la función del tiempo.

Otro cambio cultural: convencer a la sociedad (Sí se puede)

"Al mismo tiempo, las condiciones sanitarias del país eran muy deprimidas. En Santiago, apenas el 40% de la población tenía agua potable en su casa"y"no más del 10% de las casas tenían cloaca", explica Mönckeberg.

"Eso significaba que el niño tenía que tener necesariamente una diarrea o una infección y multiplicaba la gran mortalidad. Había que convencer a la comunidad de que eso no podía seguir y no era fácil, porque como dice Abel y lo hemos dicho en un libro, la desnutrición infantil es un mal oculto: si uno no lo quiere ver, no lo ve", describe Mönckeberg.

Para que prospere un plan como el de Mönckeberg, debe haber un esfuerzo de la sociedad toda y para que eso pase, es necesario llevar a cabo otro cambio cultural: que amplios sectores crean que la desnutrición infantil es un mal que debe y puede ser solucionado. Mönckeberg recuerda las resistencias que encontró en Chile mientras implementaba el programa: "Cuando uno decía, '¿no ves cómo se mueren los niños antes de los 15 años de edad en más del 50%, y que la expectativa de vida de Chile es de apenas 32 años?', te respondían: 'Ah, pero nadie se muere de hambre en Chile. Se mueren de infecciones, de diarrea, de distintas enfermedades pero no del hambre.'"

Sin embargo, explica Mönckeberg, hambre no es sinónimo de desnutrición."Había que convencerlos. '¿No ves que los chilenos son bajitos, chicos y de piernas cortas?', -recuerda Möckenberg que él le decía a la gente por aquella época-'Ah, es que se cruzaron con los araucanos, que son bajitos de piernas cortas.'-era la respuesta que le otorgaban-."

Siempre había una explicación para ocultar la desnutrición o para persistir y no querer hacer los esfuerzos del cambio, agrega el médico. Contra viento y marea, Möckenberg logró su objetivo. "Hoy los niños son otros -describe-. Bajó la mortalidad. A los 15 años de edad, ya no son el 50% de las muertes sino el 1,2%. Y ya los chilenos no son chiquititos. En estas últimas 2 generaciones, el promedio ha crecido 12% más que sus padres."

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Abel Albino en Intratables

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Chile 1950 y el problema de toda América Latina

"Todavía no está claro para los economistas qué pasó -explica Mönckeberg-. Yo lo veo claro y lo atribuyo a la preservación de este recurso humano." Los economistas creen que la mejora chilena se debe a la política económica de libremercado que dio sus frutos, a que Chile tuvo la inteligencia de darse cuenta de que al ser un mercado pequeño, debía volcar todo hacia afuera, vino el boom de las exportaciones. Pero para Mönckeberg, si bien todo eso es cierto, ¿hubiera sido eso posible con un recurso humano dañado? Seguramente no. "Ese recurso humano dañado no hubiese permitido el desarrollo de una economía de mercado, ni tampoco una economía competitiva en el mercado internacional", dice el médico.

La situación que tenía Chile es la situación de la mayor parte de los países de América Latina. Entre los cuales, Argentina probablemente sea el menos comprometido, explica el doctor, dado que "es tan rico y tan potencialmente generoso con la distribución de esta tierra." Por lo tanto, la región entera debe pensar soluciones a largo plazo, mientras que los políticos quieren resultados inmediatos. Albino agrega, en una anécdota personal que describe la grandeza de Mönckeberg, que en comunidades chilenas, su profesor le puso números a las casas y nombres a las calles para poner baños, las llamadas"casetas sanitarias".

"Pensó en todo. Para poder mandar la carta para que la gente pague esos 10 pesos por mes (por las casetas sanitarias) que es bueno que pague porque de esa manera valora, le puso nombres a las calles y números a las casas. Y la gente pagaba. Y nosotros decíamos, '¿por qué paga todo el mundo?' Entonces mandó a los sociólogos y a los antropólogos a que averiguaran eso, ¿por qué pagaban si eran paupérrimos? Una mujer le explicó: '¿sabe que pasó, doctor? Aquella señora no pagó y nunca más le llegó la carta.' Volvió a ser NN, volvió a ser nadie. Y ella quería ser alguien. Todos queremos ser alguien", explica Albino.

En otra anécdota, recuerda que hubo un momento en que Möckenberg descubrió que a las madres no les gustaba la leche porque venía en una caja ordinaria de cartón."La leche importante viene en caja importante. Mönckeberg le hizo una caja importante", explica Albino.

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CNN con Fernando Rafael Monckeberg Barros

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¿Podría Argentina replicar el modelo chileno?

Albino pide que nos unamos como país para hacer funcionar lo que Mönckeberg hizo funcionar en Chile. La situación de Argentina nunca fue tan mala como lo era la de Chile hace 50 años. Sin embargo, aquí también hay resistencias como por ejemplo, cuenta Albino, alguna la gente cree que "no hay daño" por la desnutrición debido a que"el cerebro es muy plástico".

Algo por demás absurdo, plantea el médico."¿No hay daño? Un chico que vive en un pozo, yo los veo porque me meto a los pozos. Que vive en una cueva, yo los veo porque me meto en las cuevas. Y me siento en los camastros asquerosos, indignos, miserables. Veo chicos dormir en pozos en la tierra tapados como perros. Violados." Para salir de esto, "debemos comprometernos todos porque el problema es de todos y la solución nos beneficiará a todos."

En entrevista posterior con Urgente24, Albino citó a Nicolás Maquiavelo para plantear las dificultades que presenta querer hacer un cambio. "Maquiavelo decía que el que quiere cambios, tiene 3 enemigos reales y un amigo pálido. Los enemigos reales son: el que no hace nada, que ve con horror que alguien haga algo porque lo pone en evidencia; el que hace algo parecido, que ve con horror porque piensa que lo va a tapar; y el que se beneficia de la situación actual, que ve con horror el cambio. Y un amigo pálido: aquella persona que sería beneficiada con el cambio pero que aún no lo sabe", concluyó Albino.

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La desnutrición infantil es una enfermedad. Una de las principales causas es la falta de recursos económicos en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Según datos del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, solamente en América Latina y el Caribe, unos "9 millones de niños y niñas menores de 5 años" (el 16% de los niños de esta edad) sufren de desnutrición crónica y se estima que "al menos otros 9 millones de niños están en riesgo de desnutrirse". La misma fuente afirma que cada 90 segundos muere 1 niño por causas relacionadas con el hambre en la zona. La desnutrición provoca una desesperación que se presta al clientelismo y otras formas de abuso de las personas. Pero puede evitarse. De eso trata esta nota.
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FERNANDO MÖNCKEBERG
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